Emma Igual, excelente compañera, ejemplar hasta el final
Lo que aprendimos rápidamente de la actitud de Emma perdurará en nuestra memoria para siempre: para hacer las cosas bien y llevarlas hasta el final es imprescindible que haya pasión y, por encima de todo, se tiene que ser generoso. En ese momento, que nosotros carecíamos de experiencia en la gestión de grupos o incluso del activismo político, Emma nos brindó su apoyo de manera desinteresada, con el único objetivo de ayudar. Nos guió, nos enseñó y acompañó, siempre dispuesta y disponible cuando la necesitábamos, tanto nosotros como a cualquier otra persona. Emma estaba ansiosa por cambiar el mundo y sentía una urgencia que no se alineaba con los ritmos típicos de la política, y llevó a la práctica la célebre frase de Martin Luther King: «Si ayudamos a una sola persona a tener esperanza, no habremos vivido en vano». Por eso, decidió dirigirse a Grecia, donde la Unión Europea había firmado recientemente un infame acuerdo con Turquía para retener a los refugiados que llegaban a las islas griegas en condiciones infrahumanas, y ayudar en lo que pudiera sobre el terreno. Allí, de nuevo, se entregó por completo a la causa. Como decíamos, su intensa motivación por implicarse al máximo en los proyectos también tenía su lado negativo, ya que desaparecía con la misma intensidad con la que se entregaba. Dejó a su grupo en Barcelona, con el cual compartimos innumerables debates y reflexiones, pero también multitud de cenas, cafés y cervezas y ya nos dejó un vacío profundo en 2018. En ese tiempo, tuvimos el privilegio de conocer a una mujer cuya generosidad era inmensa y desbordante.
El objetivo primordial de Emma y su pasión por ayudar a las personas más necesitadas no eran gestos de vanidad ni para ganar reconocimiento público. Ella nos enseñó que cuando deseas hacer algo, simplemente lo haces, sin necesidad de publicidad o reconocimiento. En Grecia, brindó ayuda en el terreno tanto como le fue posible e incluso se convirtió en madre adoptiva de niños sirios que no tenían a nadie más, brindándoles una educación de alta calidad para ofrecerles oportunidades que la guerra y la injusticia les habían arrebatado. Sin lugar a dudas, a esas cuatro personas, les dio esperanza.
Hoy, al mirar atrás y reflexionar sobre todo lo que se ha escrito sobre ella, no podemos evitar que las lágrimas broten de nuestros ojos. Estamos seguros de que Emma partió de la forma en la que siempre hubiera deseado: ayudando a quienes más lo necesitaban. Hoy en día, rodeados de tanto dolor y sufrimiento provocado por guerras inútiles, donde siguen matando a cooperantes humanitarios, su legado de generosidad, pasión y acción desinteresada nos ha de seguir inspirando, seguir su ejemplo, y continuar trabajando por un mundo más justo y solidario.
Daniel Cruz, sindicalista de CCOO de Catalunya i ex coordinador de DiEM25 Barcelona
Adrià Devant, actor, productor i ex coordinador de DiEM25 Barcelona
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